
A partir de la temprana muerte de Alejandro, mi hijo mayor, me di cuenta del gran vacío que tenia para aceptar la muerte y enfrentar la vida después de la pérdida de un hijo, me di cuenta de la poca o nada información con la que contaba para hacer mi duelo. Sabía que tenía que seguir adelante, sabía que quería estar bien, sobretodo porque se lo prometí a mi pequeño cuando le cerré sus ojitos; “No te asustes que tú no te estás muriendo, estás volviendo a nacer, y estás naciendo sano, vas a ser un niño muy feliz, vete tranquilo que yo voy a luchar para estar bien”, fueron mis últimas palabras para él, quien después de un largo año de duro tratamiento contra una Leucemia Mieloide Aguda falleció a sus escasos seis años de vida.
Tuve entonces la oportunidad, en homenaje a mi hijo y para cumplir mi difícil promesa, en compañía de Beatriz Gaviria, mamá de Santiago quien murió a sus 13 años a causa de un tumor cerebral, de fundar el capítulo de LAZOS Medellín, un grupo de ayuda mutua para padres que han perdido hijos; que tan sólo unos meses atrás habían creado unos papás en la ciudad de Bogotá, quienes orientados por la Doctora Isa Fonnegra de Jaramillo, Psicóloga experta en Duelo, tenían igual que yo la inmensa necesidad de recuperarse y de darle sentido a la vida y a la muerte de nuestros queridos hijos.
Ha sido desde entonces un largo, pero lindo camino el que he recorrido acompañada de un hermoso y muy valioso grupo de papás y mamás, que tras la pérdida de sus hijos han decido darle un nuevo sentido a sus vidas, seres humanos valientes y luchadores, pero sobretodo llenos de un gran amor incondicional; he recorrido un camino lleno de múltiples lecciones de vida, aprendizajes que han hecho de mi un ser humano más fuerte y firme ante las renovadoras tormentas que nos presenta la afortunada experiencia de una vida humana.
Es Alejandro mi Maestro, quien desde su partida me ha enseñado a entender la muerte y a vivir la vida, me ha enseñado el amor incondicional, aquel que tiene alas, que deja ir, me ha enseñado el desapego y muchas lecciones más. En compañía de Lucy Rodríguez, mi amiga, comadre y compañera decidimos seguir transmitiendo nuestras experiencias a las personas que lo necesitan.
Es a través de la Fundación LAZOS y de la Fundación LIBÉLULA, que he encontrado mi misión en la vida, que no es más que entender y trasmitir el sentido de la vida y nuestra responsabilidad de ser felices, y ayudar a las personas para que se puedan acercar de manera amigable a la muerte humana.
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